¡Que chingados hago aquí! Es algo que siempre me digo cuando estoy al borde de una cascada para comenzar a descender a través de ella, y ayer no fue la excepción, más después de haber hecho el recorrido por uno de los cañones más fríos que se pueden encontrar en México, el de las cascadas diamante, pues es un cañón que desprende desde el volcán Iztaccíhuatl, donde el agua es muy fría, tanto que apenas metía la mano un segundo dentro del agua y sentía que la piel me ardía, aunque las calcetas y el traje de neopreno de 5mm fueron muy efectivos para progresar a través del cañón y poder mantener el calor corporal.

Las cascadas diamante son unas hermosas cascadas que miles de personas han visto desde abajo, pero quizá no más de 20 o 30 personas han podido recorrer las hermosas cascadas que hay dentro de este cañón antes de llegar a estas cascadas, pues el terreno dentro del cañón es muy agreste, donde hay que rapelear por diversas cascadas, desescalando entre rocas muy resbalosas o ir brincando y destrepando entre troncos donde un mal paso puede tener severas consecuencias, incluso llegando a pensar en la posibilidad de no salir vivo de ahí, además por lo poco concurrido que es este cañón, la vegetación dentro del cañón es muy espesa que hay que ir abriendo paso entre las ramas para poder llegar hasta el borde de esta cascada y sentir ese nervio andes de descender por estas cascadas.

El nervio al ir descendiendo es inevitable, el temor que alguna roca suelta pudiera caer sobre mi cabeza, que la cuerda por la fricción con el filo de una roca pudiera cortarse, que la pared resbalosa me haga perder el control y estamparme contra la roca, la poca visibilidad que tengo por el agua que cae sobre mi cara, que solo puedo sentir la roca con los pies, que el agua que cae sobre mi cara pudiera ahogarme o incluso hacerme perder el control y soltar la cuerda para caer al suelo precipitadamente, pero entre ese miedo se llega a un momento de calma, donde puedes ver la textura de la roca, sentir la caricia del agua y ese colorido de diversos arcoiris que hay alrededor de ti que se producen por la luz del sol con el agua de la cascada, es un estado mental único.

Aunque el momento más especial es al tocar el suelo con los pies, no sé que sientan los bebes al nacer o cuando alguien resucita, pero seguro debe ser algo muy parecido, el sentir y amar la vida.

Gracias al equipo de #CañonerosTodoTerreno por permitirme ser parte de esta experiencia, a Gustavo Herbin Campos Rivera​ nuestro guía master de cañón por compartirnos su experiencia y hacer segura esta aventura, a los compañeros Arturo Arce​, @Angel Lopez, Alan Apodaca Bernal​. Al igual a Luz Elena Moreyra​ por apoyarnos y aconsejarnos desde fuera.

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Pero sobre todo a nuestro maestro que nos enseñó la pasión por este deporte de cañonismo Octavio Obregon Zuber​.

¡Cañoneros somos y en el barranco andamos!
p.d. pronto publicaremos el video completo de esta aventura.

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